El clima seco de Baja California, con sus desiertos llenos de cactus, es además de cinematográfico, una realidad. Sin embargo no hay que dejarse engañar, y si bien es cierto que las sierras montañosas son puro pedregal, los valles son muy fértiles, con una economía agrícola muy estimada.
Su situación fronteriza con Estados Unidos y la California del país vecino es determinante en muchos aspectos, uno es el potencial industrial del estado, que suministra muchos productos a USA, y al mismo tiempo como receptor de un gran número de turistas que cruzan la frontera para disfrutar de las playas de la península de Baja California, o de los vinos y mariscos considerados de los mejores del país.
Qué ver en Baja California
La franja norte de la península nos depara una sucesión de puntos de interés que comienzan nada más tomar la carretera transpeninsular que recorre de norte a sur el territorio que separa el Océano Pacífico del Mar de Cortés.
Tijuana
Dicen que por la frontera de Tijuana (El Rancho de la tia Juana) con Estados Unidos cruzan cada año más de 13 millones de vehículos, lo que sirve para ilustrar como es el ajetreo entre los dos países, y en que se basa la economía de la ciudad, vinculada por fuerza a este ir y venir de coches, gente y mercancías. De hecho el turismo de Tijuana vive de las escapadas de estadounidenses que durante los fines de semana buscan ir de compras, acudir a las carreras de galgos o ver un partido de pelota vasca.
Quizá es la toma de contacto entre dos países lo que ha fomentado su cultura urbana representada en las exposiciones de Street Art que encontramos por sus calles, uno de los atractivos turísticos en auge en Tijuana, conocido también como la «Esquina de México».
Modernidad y vanguardismo son dos adjetivos que se atribuyen al estado actual de la ciudad, que carece de la monumentalidad o vestigios históricos de otras partes de México. Un reflejo es el Arco Monumental que como un gigantesco letrero de bienvenida nos anuncia que entramos en Tijuana a través de la Avenida de la Revolución.
Como toda ciudad fronteriza, la fusión y el ambiente cosmopolita son visibles en todos los espectros de Tijuana. Basta caminar unos pasos y vamos encontrando señas tan características como el Frontón Jai Alai, edificio neoclásico evocador, que recuerda la llegada de los vascos que instituyeron la cestapunta en México.
La nueva arquitectura tiene en Tijuana edificios deslumbrantes como el Museo El Cubo, que forma parte del complejo CECUT (Centro Cultural Tijuana), cuyas exposiciones son de prestigio internacional, siendo sede del Museo de las Californias, que recorre la historia agitada de esta parte de Norteamérica.
Una ruta completa por la ciudad no debe olvidar la visita a la Torre de Agua Caliente, la catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, el Parque de Mexitlán, el bullicioso y artístico Pasaje Rodríguez, una foto con los iconos de los Burros Cebra, o la asistencia al “EnTijuanarte”, el evento cultural por excelencia de Tijuana. Gastronómicamente los platos estilo Baja Med que combinan estilos mexicanos y mediterráneos, o probar una ensalada Cesar en el hotel donde se inventó, son dos opciones para saciar nuestro estómago. Si nos gusta el deporte las playas de Tijuana atraen a surfistas para probar sus cualidades, siendo en invierno un tipo de turismo muy activo.
Mexicali
La capital del estado nació a partir de la instauración de una inmensa zona de regadío por parte de la empresa Colorado River Land a principios del siglo XX, siendo particularmente destacada la labor de la comunidad de inmigrantes chinos, cuyo peso en la población e incluso en la gastronomía local es notorio. Desde entonces Mexicali se ha convertido en la segunda opción transfronterizada entre México y su vecino del norte. De hecho su nombre tiene un origen curioso ya que se forma a partir de Mexi (por México) y Cali (por California), mientras que la ciudad al otro lado de la aduana se llama CaleXico (Cale por California y Xico por México).
Más allá del apunte gracioso, Mexicali no tiene casi interés turístico, a excepción de los Museos Universitario y el el Museo Sol del Niño y la Sala Imax; o el Parque Temático de Energías Alternas, todos ellos como opción didáctica y cultural.
Cerca de Mexicali hallamos algunos lugares más indicados para hacer turismo como la Laguna Salada, entrada del Cañón de Guadalupe, San Felipe, Puertecitos, San Luis Gonzaga, Bahía de los Ángeles y Parque el Pinacate. Igualmente tranquilo y placentera es la ribera del Río Hardy, que se enfocado hacia el ecoturismo.
Tecate
Entre las dos grandes ciudades del norte del estado encontramos Tecate, pueblo mágico y célebre por dar nombre a una de las cervezas más famosas de México, fundada por los hermanos Fleishman durante la Segunda Guerra Mundial. Merece la parada en el Parque de Miguel Hidalgo para tomar una cerveza en la Cervecería Cuahutémoc, acompañado de los panes típicos, dulce y salado. La calidad de los trabajos de los artesanos Kumiai la convierten en un buen lugar para adquirir objetos de vidrio soplado, cerámicas o mimbre.
Además de su cerveza, Tecate es la puerta a varias rutas por los viñedos de Baja California como en el Valle de las Palmas, para conocer varias bodegas históricas de la producción de vino como Cava de Don Juan, La Casa de Doña Lupe, las Bodegas San Valentín o las de Tanamá. La vasta propuesta de campings, balnearios y ranchos ha hecho crecer su propuesta turística de naturaleza.
Las excursiones habituales en torno a Tecate son la de los desfiladeros de la Rumorosa, reclamo para alpinistas y para fotógrafos que mientras sacan las fotos oyen como ulula el viento al golpear las rocas (de ahí su nombre). Y la visita a el Vallecito donde conoceremos las pinturas rupestres datadas en unos 2000 mil años de antigüedad, y que la gente local ha puesto nombres tan curiosos como “El Tiburón”, “La Cueva del Indio” y “El Diablito”, que al iluminarse en el solsticio de invierno parecen cobrar vida.
Playas de Rosarito
Dejando al norte Tijuana seguimos la carretera y en apenas 25 km cambiamos de entorno y alcanzamos Rosarito, destino de playas fabulosas como Punta Descanso o Punta Mezquite, donde las posibilidades para practicar deportes náuticos como kayak, submarinismo, surf, windsurf o padel surf se suman a las excursiones para visitar las Islas Coronado. Rosarito y su costa se ha convertido en un paraíso residencial para estadounidenses que han comprado segundas viviendas, o que vienen aquí a vivir después de jubilarse. Su cocina de marisco, especialmente suculentas las langostas está bien representada en los restaurantes que encontramos diseminados por la zona.
Como curiosidad en Rosarito se asentaron los Estudios Fox que grabaron títulos míticos como Troya, James Bond, el mañana nunca muere, Pearl Harbor, Piratas del Caribe o Titanic en las instalaciones de Baja Film Studios.
Islas Coronado
Como decíamos las cuatro Islas Coronado están al alcance de la mano (más bien del barco) de Rosarito y su condición de Reserva Marina (una de las más grandes de México) la han convertido a su vez en destino turístico para conocer numerosas especies que viven encima y debajo del mar. Los más requeridos son los pelícanos, los lobos marinos y los delfines, pero con más atención podemos distinguir hasta 150 especies de aves, por no mencionar la fauna de peces que se esconden en los arrecifes y los fondos esmeraldas de las Islas Coronado.
Ensenada
Como en la canción del Corrido del Caballo Blanco del famoso cantante mexicano José Alfredo Jiménez, llegar a Ensenada tiene su buena recompensa. Ensenada se ubica en la Bahía de Todos los Santos, en el Valle de Guadalupe y es además de uno de los puertos pesqueros más relevante del país, el destino turístico más importante de Baja California junto a los Cabos. Su flujo de turistas (no en vano es un puerto de cruceros destacado, el segundo de México), esencialmente «gringos», valoran su gastronomía, sus vinos (con ruta del vino incluida).
Y por supuesto, las agradables temperaturas y sus playas. Entre ellas la más famosa es la Bufadora, situada a unos 30 km. Se llama así por la columna de agua que se proyecta por una sima de la roca, como si fuera un geyser marino. La leyenda cuenta una simpática historia, la de una ballena pequeña, que tras perderse de su madre se metió en una de las cavidades de la costa sin percatarse que al crecer súbitamente ya no podría salir. La columna de agua que surge cuando hay mala mar serían sus bufidos en forma de chorro, mostrando su tristeza.
Su oleaje bravo está clasificado como muy apto para surfistas que llegan de todos los rincones del mundo buscando la sucesión de olas del Pacífico en arenales como el de Punta San José, al sur de la ciudad, o San Miguel al norte.
Dentro de la ciudad el edificio más singular es el Casino Riviera, polo de vida social durante los años de la ley seca de Estados Unidos (década de los 20 y 30 del siglo XX), y que vivió una edad de oro hasta que se derogó. Hoy en día se ha recuperado como Centro Cultural y Museo de Historia, y la belleza arquitectónica salta a la vista. El clima plácido invita a pasear por la Calle 1a y parar en la famosa Cantina Hussongs.
Al igual que otras zonas del Valle de Guadalupe las bodegas explotan como reclamo turístico sus viñedos, con vinos de gran calidad. Valgan como ejemplo las de Santo Tomás (histórica), o las Cavas Balmar y las Bodegas Domeneq.
Durante el invierno, aproximadamente desde el 15 de Diciembre al 15 de Abril comienza la temporada de la Ballena Gris, un esperado momento que atrae a muchos curiosos. El avistamiento de ballenas tiene en el tramo de costa desde la bahía de Todos Santos (Ensenada), hasta San Quintín al sur, el lugar apropiado para ver a estos impresionantes animales.
San Felipe
El camino sigue al sur, y a la altura de San Pedro Martir, pero en la costa este, bañado por las aguas del Mar de Cortés hallamos San Felipe.
Al igual que en Rosarito y Ensenada, en San Felipe encontramos infraestructuras vacacionales para relajarnos y disfrutar de un tiempo esplendido, y dejarnos asombrar por el efecto de las mareas vivas que hacen retroceder la línea de costa varios cientos de metro cada día, y creando playas gigantes en la que levantar los castillos de arena con los que luchar contra las olas. El ambiente turístico es más tranquilo y los precios por el marisco y el buen vino más asequibles.
San Felipe también ha tomado relevancia con las Carreras de Off-Road, un tipo de competición por el desierto al estilo rally pero bastante más espectacular por el tipo de vehículos.
A 15 km de San Felipe encontramos el “Valle de Los Gigantes” cuyos cardones (Carnegia Gigantea), un tipo de cactus muy espigado, pueden llegar a medir más de veinte metros de altura. La laguna Percebú y la La Roca Consag son otros dos puntos de interés cercanos a San Felipe.
México toca el cielo en San Pedro Martir
La afirmación puede parecer exagerada pero en Baja California casi tocamos las estrellas, y todo gracias al observatorio de San Pedro Mártir, cuyo telescopio es el más grande de México. El observatorio está camuflado entre el inmenso parque natural y sus densos bosques de variedades de pino, abeto, álamos o cipreses donde se ocultan mamíferos de gran tamaño como venados, pumas o gatos monteses que son vigilados por águilas reales y cóndores, el área protegida tiene una red de senderos ideales para el trekking, que nos conducen a lugares mágicos como el Picacho del Diablo, el punto más elevado de Baja California (3.100m).
San Quintín
Cambiando de costa, y dejando en el camino San Pedro Martir, esta vez en la Pacífica, pero casi a la altura de San Felipe la antigua colonia inglesa de San Quintín nos invita a hacer una parada. Los vestigios arquitectónicos de los colonos que llegaron a inicios del XIX todavía hoy destacan y recuerdan su labor por hacer de este paraje hoy turístico, un lugar habitable y fértil.
El Socorro y el Pabellón son dos de las playas más pisadas, mientras que en el Mirador Kenton obtenemos algunas fotografías bellísimas de un paisaje volcánico que contrasta con el oasis de la laguna Figueroa, donde garzas,, patos, gansos, pelícanos o cormoranes tienen un hábitat de ensueño.
El sur de Baja California
El límite meridional de Baja California aún nos depara algunas localizaciones donde hacer una parada, como la Bahía de los Ángeles, imprescindible si queremos apreciar las inmersiones para ver ballenas de varias especies, mantarrayas gigantescas, delfines… En el interior el paisaje cambia drásticamente y entre sierras y desiertos se esconde la La Misión de San Francisco de Borja.
El Valle de los Cirios
Este inmenso desierto es uno de los últimos parajes antes de pasar al estado sureño de Baja California y que conecta en cierta manera dos de los espacios naturales que caracterizan la península, el Desierto del Vizcaíno y la Sierra de San Pedro Mártir.
Isla de Cedros
Un destino curioso y hasta hace poco desconocido para el turismo es la isla de Cedros, la más grande en el Pacífico de soberanía mexicana y utilizada como puerto auxiliar de los buques que por su calado no pueden entrar a Guererro Negro a cargar la sal de las salinas. De hecho, el transporte de sal que llega en barcazas aquí para luego ser distribuido en los barcos más grandes, le ha convertido en el tercer puerto por orden de importancia de todo el país, y primero de la costa Pacífica.
En la Isla de Cedros los lobos marinos han descansado tomando el sol en los muelles del Morro desde que el ser humano las colonizó. El nombre español con el que se le bautizó no tiene ningún sentido porque no hay ningún árbol de esa especie, y para muchos sería más adecuado recuperar el nombre con el que los nativos la denominaban, Humalguá o Isla de la niebla.
No lejos de la Isla de Cedros están las tres islas que forman Islas San Benito, cuyos fondos marinos esconden una de las joyas naturales más sorprendentes de la fauna subacuática, los bosques de Kelp, unas monstruosas algas de más de 30 metros que desde el fondo crecen buscando la luz y formando unos «falsos troncos» que asemejan un bosque.
Qué hacer – Actividades
Sin duda es un pecado estar en Baja California y no dedicar tiempo a recorrer la Ruta del Vino para conocer las bodegas (cavas) y cruzar los campos de viñedos. Las ciudades de Ensenada y Tijuana ofrecen atractivos de variado corte, y desde ambas hay tours y excursiones para adentrarnos en la geografía del estado.
Como llegar a Baja California
Lo más probable es que lleguemos a Baja California a través de los aeropuertos del estado, el de Tijuana o el de Mexicali, ambos modernos y con conexiones de vuelos internacionales y por supuesto nacionales. De hecho el aeropuerto de Tijuana es el cuarto en tráfico de México, y Hub de México con destinos asiáticos. Otros dos aeropuertos son el de San Felipe y el de Ensenada, pero sin transporte turístico de viajeros.