La Guerra Civil española (1936-1939) dio paso a uno de los periodos más oscuros en la Historia de España. La sociedad y la población vivieron décadas bajo el yugo de la dictadura, y las artes quedaron maniatadas a las directrices del régimen de Franco. Paradójicamente, allí donde la luz creativa se mitigó, se produjo un impulso con la llegada de los exiliados a México. Más de 25,000 personas, entre ellos numerosos intelectuales, huyeron a un país que los recibió con las manos abiertas. La solidaridad del presidente Lázaro Cárdenas para con los españoles sigue siendo hoy ejemplo de humanidad, algo a recordad en la tesitura del olvido que hay Europa con respecto a los tiempos en los que América recibió decenas de miles de emigrantes.
El Museo Kaluz es una nueva luz en el universo museístico de Ciudad de México. Su inauguración en octubre de 2020 tras una remodelación del antiguo hotel situado en el paseo de la Alameda, ha servido para revitalizar las ansias por consumir cultura. Y la primera exposición temporal, aún abierta al público es un homenaje a la contribución de los exiliados españoles a México.
El nombre, 80 años. Artistas del exilio español en México, resume el viaje físico y la naturalización de los españoles a su nueva patria. Los intelectuales españoles, melancólicos y nostálgicos con el devenir de su país, fueron permeables para absorber toda la riqueza humana que les aportó México.
Coincidiendo con la conmemoración nacional del 80 aniversario del arribo del buque Sinaia (13 de junio de 1939) con los primeros refugiados republicanos a México, el recorrido por las salas del Museo Kaluz hace hincapié en las obras y trabajo de treinta artistas entre los que destacan, Antonio Rodríguez Luna, Lucinda Urrusti, Remedios Varo José Bardasano y Josep Renau.
Mimetizados con el estilo de vida mexicano, su aportación a la vida cultural de México supuso una inyección de savia que enriqueció todas las ramas artísticas del país.
La muestra se compone de de 26 pinturas entre las que podemos destacar Paz (1937), La España de Franco (1953), Mediterráneo (1964) o Clermont. Campo de concentración (1940).
El recorrido pictórico se articula en tres grupos de obras. El primero, nombrado “La experiencia como fuente”, expone las obras de Rodríguez Luna, Bartolí, Moreno Capdevila, Lizárraga, Bardasano, Climent, Kati y José Horna, Fernández Balbuena, Arteta y Errasti, y Areán, describiendo la derrota republicana y la experiencia personal y directa en los campos de concentración franceses. El segundo núcleo, denominado “El oficio de pintor”, aborda el sentimiento melancólico de la patria perdida, y la asimilación de paisajes y temas de México a través del retrato de una nueva sociedad para los españoles. El último conjunto está dedicado a “Los artistas y las vanguardias”, y a la influencia de los artistas españoles en el panorama de México.